viernes, 9 de mayo de 2014

DÍA 6: "LA TIERRA"


Hoy vino un padre a tomar la clase con nosotros.  Es el primer padre que asiste este año, joven, tendría unos 28 años, 30 a lo máximo, es el primo, creo recordar, de Jairo, o su tío. Los niños estaban comodísimos con la visita, feliz de tener un familiar compartiendo con ellos en la escuela. Invitar a los padres es una iniciativa creada por la dirección para promover la relación de las familias de etnia gitana con el centro. Y funciona. Trabajé en una escuela en EEUU que su  logo era: “Padres, socios en nuestro aprendizaje” (Parents As Partners in Learning). Creo que es fundamental la relación familia escuela y nada me hace más feliz que tener padres y madres acompañándonos.

El tema a trabajar ese día está relacionado con nuestras raíces, hoy hablamos de nuestra relación con la naturaleza, con la tierra. Fomentar una buena relación con nuestra madre tierra es básico. Aprendemos acerca de nuestra propia naturaleza observando y sintiendo, formando parte de las estaciones del año y de los elementos.  Sentir que formamos parte íntegra de este planeta, de  reconocer y disfrutar la maravilla, inspira la apreciación y el respeto.  En esta práctica de yoga, alineamos con la naturaleza, con  nuestra propia naturaleza y la de la que formamos parte para optimizar, para inspirar nuestra potencia máxima. Traigo hoy a la clase unas piedras para tocar, sentir y tener cerca durante nuestra práctica, un cuarzo de rosa, lava, otros minerales y algún fósil.  Los dejo en el centro de la sala y los niños empiezan a cogerlas todos a la vez. Estaban fascinados. Nunca habían visto este tipo de piedra…. Crea un ambiente misterioso, curioso… una sensación de que sí formamos parte de un lugar realmente mágico.
Creo que el más fascinado con la colección de minerales era el padre, cogía su piedra en mano como un niño explorador, mirándola fijamente, sintiéndola con cada dedo, mirándome con cara perpleja, mezclada con alegría inocente.

Hicimos una práctica sencilla, repasando las posturas básicas, de pie, equilibrio, torsiones, abrimos pecho, caderas, estiramos desde nuestra conexión con la tierra.  La relajación hoy fue una  visualización guiada. Un viaje interior hacía un lugar en la naturaleza donde ellos sentían paz y tranquilidad, libertad y bienestar. Para entrar en la visualización les dije que cogieran la piedra que más les gustaba y que la colocara en alguna parte de su cuerpo para sentirla durante su visualización.


Luego compartimos donde estuvimos. Por ser el primer día compartiendo nuestro mundo interior, las pinceladas que demostraban eran sencillas. “He estado en una playa” “en el monte”, “en la playa”, etc. Estas descripciones mejoran mucho con la práctica, se convierten en escenas monumentales con el tiempo. Lo que más me marcó la memoria,  es la mirada del padre al salir de su estado y al escuchar a los demás. Una mirada de asombro y maravilla,  se convertía nuevamente en adolescente, su cuerpo, su rostro, su expresión… le costó horrores dejar su piedra en el centro para que lo conociera el  siguiente grupo.  Les costó a todos dejar su piedra en el centro de la clase. Sentía nostalgia. 





SEGUNDA SESIÓN
En el pasillo vi algunos de los niños de la segunda sesión, se acercaron súper entusiasmados “maestra podemos ir al parque hoy, está aquí al lado, nos llevó esta mañana la maestra Belén”.  Me parecía una idea estupenda ya que aparte de trabajar la tierra hoy, la sala de música donde practicamos es un semisótano y en un día que parece de primavera ahí abajo hace incluso frío (esta una de las razones por las cuales los niños no quieren quitarse los zapatos en clase. De momento les dejo por el frío).

Nos acompañó Víctor, el psicólogo de la escuela, todo corazón, sentido común, sensibilidad e inteligencia. Me traje hoy un tambor, no estaba segura de cuando ni como lo iba sacar pero nada  más ver a José Adrián, sabía que lo tenía que llevar él. Este es nuestro niño artista, artista, artista. El tambor, como en otra ocasión el cuenco tibetano, a él le iba ayudar a nivel vibracional interno, para desbloquear, para mover energía no deseada, energía relacionado con su estado emocional. Se aferró al tambor, se apoderó de él, no quiso prestarlo a nadie, yo le miraba a los ojos y le contaba simplemente que no parara de tocarlo, de sentirlo, de seguir su intuición, de disfrutarlo, le dije que era un tambor especial, muy sagrado para mi, que me lo cuidara y me lo cuidó, y nos cuidó a todos ya que tocó constantemente por más de media hora mientras practicábamos.

Después de un saludo a la sierra Arana enfrente y al sol encima, con la libertad y alegría que se respiraba, entramos casi automáticamente en posturas de yoga en pareja. La primera vez que trabajamos estas posturas de  dos en dos con este grupo, precioso.  Una de las fotos que más me gusta es la de uno de los alumnos con Anfrisia, otra acompañante de nuestro proyecto, una trabajadora social. Ver maestros y niños compartiendo risas y sonrisas de alma, me da la vida. ¡Qué afortunados somos!

En vez de relajarnos tumbados nos sentamos en las sillas que rodean el escenario enfrente de la sierra.  Entramos en silencio. Un silencio acompañado del canto de pájaros. Un silencio que nos conectó con los antepasados de este lugar, que nos conectó con la conocida Cueva del Agua enfrente y el agua subterránea abajo .Una práctica de agradecimiento, de paz y libertad, gracias a la Madre Tierra. 

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